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Arq. Ricardo Dan Díaz

Intenciones y motivos del mercado del diseño Arquitectónico. Parte 2 de 3.

Si empezaste en esta segunda entrega a leer esta impactante saga de 3 partes que analizan una trifecta de intenciones y motivaciones de las personas, corporaciones y comunidades al rededor del mercado del diseño Arquitectónico; bueno; pues de eso se trata.


En esta segunda parte de 3 de esta reflexión sobre las Intenciones y motivos del mercado del diseño Arquitectónico, toca el turno a hablar sobre la intersección entre Trabajo y Ambición.


Trabajo + Ambición:

Hay que maximizar ganancias y aprovechar la racha ganadora, ¿no? ¡Por supuesto! Ningún buen capitalista se retira mientras va ganando. Así que si un buen proyecto nos lleva a una recomendación en la que nos ofrecen otro proyecto, lo tomaremos, y el que siga, y los que sigan

La clave aquí, vuelve a ser la planeación, saber cuándo pisar el pedal de precio y cuándo el de costo y saber evitar proyectos y clientes “hoyo negro” que sólo van a consumir recursos y no son realmente rentables.


Trifecta de intenciones de intenciones y motivos del mercado del diseño Arquitectónico.
Trifecta de intenciones

Comunitario: Esto es más común en ciudades con mejores salarios. Donde la gente en general, se vuelve más competitiva y productiva (no automáticamente más feliz); por ejemplo, la fama que tiene Tokio, con un ambiente comunitario profesional altamente competitivo y productivo pero con una de las tasas de suicidio por burnout más altas del mundo.


Corporativo: El lado positivo de esto es el crecimiento. “It’s grow or die”. Pero más o menos. Esa frase es muy peligrosa, porque contratar gente para atender proyectos es una solución a corto o mediano plazo, pero conlleva crecimiento significativo en el costo operativo y social; y nos fuerza a una espiral (casi adictiva) de conseguir proyectos para solventar costos, y contratar gente y comprar computadoras, licencias, playeras, y un gigante etcétera.


El devenir inconveniente sería el de convertirse en una empresa que exige horas extendidas, poca paga, poco reconocimiento y una cantidad irreal de trabajo que recae en muy pocas personas. Esto va a generar resentimiento y alienación por parte de los trabajadores, y un incremento de la percepción de injusticia (sí es injusto, pero se percibe mucho más profundo de lo que es objetivamente) social y corporativa. Un empleado maltratado, maltrata cuando puede, a quien pueda. Dentro y fuera de la empresa. Sobra decir que esto genera un ambiente extremadamente incómodo. La gente comenzará a buscar trabajo fuera de la empresa, y se creará una subcultura con sub-liderazgos, sublevancias, apatías generales y se irán constantemente de la empresa. Se alegrarán de los fracasos de los jefes y odiarán su buenaventura.

Personal: Suena a que todos somos así, trabajadores y ambiciosos, pero no. Todos queremos estar mejor económicamente, pero pocos estamos dispuestos a admitir la cantidad de trabajo, y responsabilidad que esto conlleva. Cuando se empieza en el mercado laboral por ahí a los 24 años de edad, se piensa que mientras más trepe uno por el organigrama, habrá menos trabajo. Y sí, es así. Pero no imaginamos, el tremendo peso de las responsabilidades que se van adquiriendo. Es menos “trabajo” de dibujar lineas, sin duda; pero son tremendamente más las tareas simultáneas que hay que tener en cuenta.


Si se mantiene uno en una relación 1:1 de trabajo y ambición, poco se progresará. El hack, es aprender las tareas de los superiores, mejorarlas, comunicar mejor, aprender la disciplina, capacitarse mucho, hablar con los jefes, no temerles. Y aprender a decidir, aprender el ajedrez del mercado.

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