¿Te has fijado que cuando estás por aterrizar en aeropuertos cerca de ciudades muy grandes, o con edificios muy altos, la aproximación es más movida? O dicho de otra forma, ¿te has fijado que los vuelos de noche son generalmente menos turbulentos que los vuelos de día?
Pues sí tiene mucho qué ver la ciudad y sus azoteas que acercan el “suelo de concreto” al cielo. Además, las azoteas técnicas, además de reflejar el calor del sol, también producen calor por el funcionamiento de máquinas.
El aire (igual que cualquier fluido) cuando se calienta, se expande. Digamos que el aire caliente, empuja al resto del aire menos caliente. entonces… si tenemos hipotéticamente una superficie plana, que calentamos (imaginemos el zócalo de la Ciudad de México), el aire que se calienta con relativa uniformidad por ser una plancha de concreto, empujará hacia arriba al resto del aire y esto inducirá un movimiento ascendente de aire continuamente mientras haya sol que caliente esta superficie.
Ahora, si a esa superficie, le extruimos un prisma rectangular en un cachito de su área total (como edificio), la superficie de concreto ahora ocurre más arriba, pero también las paredes del prisma (sus cuatro fachadas) se asolean y calientan más el aire a su alrededor. Como un radiador. Si continuamos extruyendo prismas a alturas aleatorias; pronto tenemos algo parecido a Manhattan, o a Tokio o a cualquier ciudad con muchos edificios. Cada uno con sus azoteas y sus fachadas a diferentes alturas y con diferentes reflectividades. Cada superficie calienta el aire que pasa a través suyo y este aire caliente, como dijimos, empuja al resto del aire, pero ahora a diferentes alturas.
Pues cuando ya hablamos de ciudades del tamaño de la Ciudad de México, o Río de Janeiro, ya tiene un impacto sensible a mucho mayor escala. Un avión es muy pequeño comparado con el volumen de aire a través del cual se desplaza, así que desde adentro, como pasajeros, es muy perceptible esta especie de brincos que hace cuando circula por encima de ciudades con muchos edificios a diferentes alturas.
Esto sucede de manera natural cuando se vuela sobre montañas rocosas o cuando pasa de volar sobre terreno natural a volar sobre agua; pero en aeropuertos donde la aproximación al aterrizaje es sobre ciudades, este tipo de aterrizajes son muy característicos por el efecto de isla de calor de las metrópolis y la especie de burbuja deforme de aire caliente que hacen las azoteas mecánicas, las fachadas de vidrio y el tejido de asfalto que son las calles.
No es algo grave, no es peligroso ni nada, los aviones son grandes obras de ingeniería y aguantan eso y más. Lo mismo que el cambio climático en si, sólo tenemos que adaptarnos a que este tipo de cosas seguirán avanzandoen medida que sigamos edificando sin tomar en cuenta las consecuencias de usar tanto vidrio y tanta superficie que refleja el calor hacia el exterior. La respuesta: más opacidad y absortancia y menos reflectividad.
Comments