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  • Arq. Ricardo Dan Díaz

Equipo, empatía y temporalidades.


En una empresa dedicada al diseño de celulares, motocicletas o coches, el inversionista, diseñador y fabricante, usan el mismo logotipo en la camiseta. Qué envidia. Por supuesto que también trabajan bajo presión, pero la comunicación está inducida y favorecida por un objetivo final común de ser el mejor vendedor de secadoras para cabello (por ejemplo) en el mercado.


Los equipos de diseño arquitectónico tenemos más suelto el proceso porque el usuario final no compra todo el edificio sino una parte solamente de el. El inversionista es, pues el que hace una función similar a la de usuario final, el arquitecto es diseñador para ese proyecto específico, pero el mismo cliente puede cambiar de diseñador para otra ocasión. Los fabricantes son igualmente contrataciones temporales y los consultores, el departamento de r&d, que busca optimizaciones e ineficiencias son un eslabón suelto también. Y la vinculación de esfuerzos es compleja por situaciones no necesariamente poéticas. Empatía, dinero y temporalidad.


Nuestra industria es de flujos, de inversiones, de macroeconomía, de tasas de interés crediticia para usuario final y de confianza del consumidor. Los metros cuadrados construidos son productos muy caros de comprar. Una empresa relacionada con la construcción gana dinero gracias a la exacta mezcla entre cantidad y dimensión de proyectos que se atienden. Y hay que ser elegibles e interesantes para ser contratados. Es decir. Volviendo al ejemplo de las secadoras de pelo; habrá crisis, mejores y peores años, inflación, gobiernos excelentes o malos, pero la gente casi siempre puede comprar una secadora de pelo nueva. Así que todo el mercado es estable. En la construcción hay variables fuertes que pueden infartar rápidamente a todo el mercado, y además cada componente del proceso de diseño es una empresa independiente que sortea por sí sola las inclemencias del mercado y que compite contra otras que ofrecen el mismo servicio. Por eso hay qué ser competitivos y calificados. Pero hay un componente más. La empatía corporativa.


La empresa diseñadora de secadoras de cabello tiene que trabajar forzosamente con su propio equipo de diseño porque son una sola empresa. Pero los que diseñamos edificios podemos elegir con quien nos conviene o nos gusta trabajar. Puede haber un actor talentoso, pero si no es un buen team player, probablemente le ocurra lo que en el patio de recreo de la primaria. A nadie le gusta un peleonero o un llorón. Y terminan por no invitarlo. Aunque sea bueno.


Creo pues, que las empresas debemos procurar un ambiente empático entre nuestros colaboradores pero también también que cada uno de ellos sepa ver y entender los intereses de los miembros de otras empresas, que deberían idealmente de tener la misma cultura. Ayudaría también que el coordinador de proyecto lograra (de alguna forma) hacer sentir a todos que son parte importante de un equipo y evitar a toda costa un proceso de diseño confrontativo entre disciplinas. Hay que favorecer el sentido de pertenencia, la colaboración y, con ello, la generación de empatías Interinstitucionales.

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